Para Alex Hug, la creatividad nace del problema. Un ejemplo claro es su obra War Hits All, una instalación compuesta por 65 guantes de francotiradores de la RDA y el ejército alemán. Esta pieza no necesita explicaciones; invita a los espectadores a mirar más allá de lo evidente, a acercarse, interactuar y tal vez comprender cómo se relacionan con el conflicto.
Tras finalizar sus estudios en París, Londres y Manchester, y completar un máster en Moda Sostenible en Berlín, Alex lanzó en 2016 su marca de ropa upcycling, a Hug. No solo ha convertido prendas de segunda mano en piezas únicas, sino que también dio el salto al mundo del arte, creando obras y instalaciones que cobran vida y exploran problemáticas globales que nos afectan a todos.
Alex Hug: Por una moda sin fecha de caducidad
Para Alex, una prenda nueva es solo una carcasa vacía. «Cuando la vestimos, la llenamos de emociones, tanto buenas como malas, que quedan impregnadas en sus fibras. Las prendas comienzan a capturar nuestras historias y experiencias, dejando una huella en el tejido«.
En contraste, la moda convencional “Una vez que sale de la pasarela, suele tener una vida útil de seis meses, después de los cuales ya es considerada obsoleta, rápidamente reemplazada por la siguiente colección”.
Esto nos lleva a reflexionar: ¿puede la moda ser verdaderamente regenerativa si sigue atrapada en este ciclo? ¿Cómo estamos contribuyendo nosotros a esto? Piensa en ello: ¿cuál es la prenda más antigua que aún conservas y sigues usando? y ¿qué sensaciones te despierta la ropa de segunda mano?
¿Más ropa con lo que ya tenemos?
Se estima que ya existe suficiente ropa en el mundo para vestir a seis generaciones. Ante esta realidad, Alex se cuestiona: «¿Es realmente necesario seguir produciendo más ropa cuando ya tenemos tanta?» Hoy su enfoque se centra en amplificar la conciencia sobre los desafíos sociales y ambientales que enfrentamos a través de esculturas textiles.
Mientras jugaba con los textiles en casa de su abuela, sin saberlo, Alex ya estaba sembrando las semillas de su futuro. Con los años, encontró en la creatividad una respuesta al colapso. Confiesa sentirse abrumada por lo que ocurre en el mundo, experimentando a veces ecoansiedad. ¿Quién no?
La creación artística le lleva a procesar y liberar emociones, transformándolas en algo tangible. «Allí ocurre algo mágico: todos esos pensamientos y energía los plasmo en la obra, les doy forma para que los demás también puedan transitarlos«.
“Los artistas somos quienes nos sumergimos en el caos, lo observamos y luego transmutamos esa energía en un mensaje», explica Alex. En su obra, el espectador juega un rol clave, ya que interactúa con la obra, deja su propia huella y crea una experiencia única. Para Alex, este instante de conexión es lo que da verdadero sentido a su arte: permitir que el público viva la obra, mientras reflexionan sobre problemas sociales complejos desde una perspectiva más ligera.
El otro lado: más allá de lo visible
Detrás de cada obra terminada hay todo un proceso, con incontables horas de costura y dedicación que a menudo pasan desapercibidas. Alex comparte cómo, en su experiencia, algunas marcas reconocidas le han pedido crear piezas a partir de prendas nuevas, generando aún más desperdicio, mientras intentan proyectar una imagen superficial de conciencia ambiental.
Hemos hablado de la perversión del arte contemporáneo y del cómo, en las palabras de Alex, el mundo del arte tiene un montón de reglas no escritas. Uno de los momentos más delicados que ha enfrentado fue la pérdida de tres de sus obras a pocos días de un evento, sin que nadie asumiera la responsabilidad.
Si te interesa conocer más sobre esta y otras historias, puedes visitar nuestro Instagram, donde está la charla que inspiró este artículo.
Te invitamos también a conocer Alex AQUÍ